martes, 25 de julio de 2017

Ferran Casablancas


Ferran Casablancas Planell fue el menor de tres hermanos, el único masculino. Su padre, Ferran Casablancas Peig era un campesino de Sant Quirze del Vallès que probó fortuna en la industria en Sabadell. Así fundó una empresa de desmontaje químico para limpiar las motas de la lana que fue ampliándose con secciones de hilatura de carda, aprestos y acabados. La muerte de su padre en un trágico accidente laboral, cuando tenía 17 años, le obligó a hacerse cargo, con dos de sus cuñados, de la empresa familiar que pasó a denominarse Viuda de Ferran Casablancas . En 1901 se casó con Josefa Bertran Oliu, hija de uno de los encargados de la empresa, con la que tuvo cuatro hijos, Fernando, Juan, Antonia que murió con pocos años, y María que casó con el periodista y político Carles Sentís y fue profesora de francés e inglés.


Ferran Casablancas, de manera autodidacta, pero con un conocimiento profundo del funcionamiento de la maquinaria y con la ayuda de técnicos y colaboradores, realizó varios experimentos e investigaciones que culminaron en 1912 con la patente de un nuevo sistema para el estirado de la fibra textil en la hilatura del algodón. En un país acostumbrado al "que inventen ellos", el descubrimiento de Ferran, además sin formación académica, tiene aún más mérito. Al principio sus experimentos en la empresa fueron muy mal vistos por sus socios ya la vez familiares que le reprochaban no dedicarse suficientemente a las tareas de dirección. Sólo su tenacidad y el apoyo de su círculo de confianza explica su éxito.

El invento

El invento revolucionario fue presentado oficialmente el 30 de septiembre de 1913 en la Escuela Industrial de Artes y Oficios de Sabadell con una nutrida representación de autoridades políticas, empresarios, periodistas nacionales y extranjeros y numerosos técnicos de varios países. Las más prestigiosas publicaciones técnicas europeas y norteamericanas del sector difundieron las excelencias del descubrimiento que permitía un mayor aprovechamiento de las fibras con una notable mejora de la productividad y reducción de los costes de producción con un producto final de mayor calidad. Así, entre noviembre y octubre de 1913, se hicieron eco del invento, los británicos The Manchester Guardian, The Textil Recorder y Textile Mercury , los franceses La industrie Textile y El Porvenir Textile , el italiano boletines de la Cotoniera , los alemanes Leipiziger Monatschrift für Textil Industrie y Bayerische Industrie und Handelszeitung y los estadounidenses Textile Word y Wool and Cotton Reporter .

A finales de 1913, con el fin de comercializar la patente, se constituyó la sociedad Patentes Casablancas SA , con un capital de 340.000 pesetas y la participación de importantes empresarios y políticos como Luis A. Sedó, Eusebi Bertran Serra, Josep M. Boada , Frederic Rahola y el mismo Francisco Cambó, lo que denotaba el color político de la empresa. En 1915 esta sociedad fue absorbida por Hilaturas Casablancas SA con un capital de un millón y medio de pesetas. Al mismo tiempo continuaba en la empresa familiar de acabados y aprestos que pasó a ser sociedad anónima con la denominación de Industrias Auxiliares Casablancas, especializada en acabados y tintes.

La primera multinacional catalana

El estallido de la Primera Guerra Mundial provocó una situación paradójica. La gran demanda existente obligó a producir a pleno rendimiento con el que había para servir los pedidos. No era el momento para innovaciones técnicas. Esto provocó ciertos problemas financieros a la empresa de comercialización de patentes durante la conflagración. Sin embargo al terminar esta muchas industrias se plantearon la reconstrucción de las empresas y renovación de su maquinaria.

Interior del taller de Ferran Casablancas SA, 1914. Autor: Francisco Casañas / AHS.
Interior del taller de Ferran Casablancas SA, 1914. Autor: Francisco Casañas / AHS.
En 1919, una de las más importantes compañías algodoneras del noreste de Francia y Bélgica, L. y F. Motte Frères , tras visitar las hilaturas catalanas que funcionaban con el sistema Casablancas de estirado hilos, pidió y obtuvo la patente para usar el invento en sus empresas que reunían 500.000 husos de hilar.

En 1925, tras superar muchas dificultades, se abrieron las puertas del imperio británico. Los esfuerzos del ingeniero de Manresa Josep Noguera culminaron con la constitución en Manchester de Casablancas High Draft Co . que, además comercializar la patente, tenía secciones de construcciones mecánicas, centros de investigación e hilados de algodón. En la década de 1930 el grupo se amplió con filiales en la India, con sede en Bombay ( The Indian Casablancas High Draft Co. Ltd .) Y en Estados Unidos ( American Casablancas Corporation ). El grupo llegó a tener delegaciones en 34 países, con presencia corporativa, soporte técnico y empresas mixtas, como URSS, China, Japón, Grecia, Turquía, Brasil, México y Europa central. De hecho, Ferran Casablancas fue el fundador de la primera multinacional catalana.

En 1928 acompañado por su hijo viajó a la Unión Soviética donde posteriormente el técnico Claudio Portella montó una instalación experimental a los Talleres Karl Marx de Leningrado. Al final, el gobierno soviético se comprometió a pagar los derechos de explotación comercial de la patente de Casablancas que no hizo efectivos hasta el estallido de la Guerra Civil en 1936.

La creatividad técnica Ferran no se detuvo aquí. En el período de entreguerras ideó diversos perfeccionamientos al sistema original con nuevas patentes, también realizó innovaciones en el sector de las fibras sintéticas con patentes de nuevas máquinas. Su reconocimiento internacional llegó en 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando fue galardonado con el título de Miembro de Honor del prestigioso Textil Institute de Manchester, el primer extranjero al que se le concedió esta distinción.

Aquel antiguo universo textil se puede ver aún en lugares como el Val de San Lorenzo.

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